¿Qué trae el Peso Chileno Digital?

Online y offline, hasta que la tecnología avance

Italo Baeza Cabrera
10 min readNov 25, 2021
Photo by André François McKenzie on Unsplash. Lo siento, no encontré otra foto mejor que ésta sobre las monedas digitales.

Después de leer este artículo, y conversar con algunos descerebrados, hice algo de investigación sobre cómo podría ser la hipotética implementación de “El Peso Chileno Digital”, desde ahora en adelante, “CLDP”.

Antes que me crucifiquen, “CLDP” no es el mejor acrónimo del mundo, pero internacionalmente el peso chileno es conocido como “CLP”, así que me parece lógico añadir la “D” al final para denotar la cercanía estrecha con su símil físico y que es “digital”.

Bienvenido al mundo de las monedas que no existen

No voy a repetir lo mismo que varios artículos en la Internet explican sobre las criptomonedas. Hay bastante material dando vuelta, mejor de lo que podría explicar. Sólo debemos entender que en sí no se tratan de monedas o billetes “digitales”, sino de la computación de un monto producto de transacciones anteriores. Puesto de otra forma, es algo así como una cartola de papel de las que tenía tu abuelo para saber cuánto dinero le quedaba, donde estaba escrito los retiros, los depósitos, y el saldo final.

La idea del CLPD es que está respaldada por un Banco Central, pasándose a llamar “CBDC” por sus siglas en inglés. El propósito de este tipo de moneda digital es simple: incorporar la tecnología a la moneda oficial de un país sin la desestabilidad de un sistema descentralizado.

Moneda sí o moneda no

Hay dos principios de implementación económica para una moneda digital. La primera, y más obvia, es simplemente “incorporar” la tecnología a la moneda actual, el CLP. Cada vez que se moviese dinero desde o hacia un banco, se haría usando un protocolo definido, en vez de simplemente sumar y restar números en una base de datos.

Lo anterior haría la implementación cognitivamente opaca — el usuario final nunca sabrá si está operando con pesos digitales o físicos una vez los billetes desaparecen de sus manos. Seguirás comprando el pan o recibiendo el sueldo en Pesos Chilenos, pero detrás habría todo un sistema de trazabilidad. Las monedas y billetes físicos mantendrían su equivalencia, es sólo su representación digital la que cambiaría. La conversión se haría cada vez que dinero físico entrara a una cuenta bancaria, y viceversa.

El segundo, y menos obvia, sería crear una nueva moneda con respaldo en CLP, llamado “CLPD”. Son dos monedas diferentes, pero equivalentes. Habría una clara separación. Una moneda digital no puede transformarse en algo físico porque no existe, pero cuando vas al cajero automático a retirar dinero, esta conversión se hace manualmente.

Por ejemplo, digamos que el Banco Central presenta “El Peso Chileno Digital” con bombos y platillos, abreviada internacionalmente como CLPD. Quizás decide hacerla una moneda totalmente separada.

Más o menos, estas serían las características:

Un peso es un peso

El primer cambio frente a otra criptomoneda sería que cada peso digital tendría su valor respaldado por el Peso Chileno. Puesto de otra forma, CLPD$ 1.000 serían iguales a cualquier billete de 1.000 pesos dando vuelta, por muy gastado que esté o graffitis chistosos tengan.

El problema de las criptomonedas es que, como no son reconocidas (salvo en países como El Salvador), no valen nada. Tienen que ser traspasadas a otra moneda que sí lo sea, ya que hay un tercero que sí le da un valor de acuerdo al mercado. Esas son las famosas “casas de cambio”.

Por ejemplo, imagínate vitrinear unas zapatillas en el comercio que cuestan 5 Bitcoin. Al día siguiente cuestan 6 Bitcoin, y luego 4 Bitcoin. El que vende las zapatillas las adquirió a $10.000 por docena, y la fluctuación del Bitcoin hace que cambie el valor cada día para ajustar sus márgenes.

Eso no pasaría con el CLPD. Daría lo mismo si las zapatillas cuestan CLP $12.000 ó CLPD $ 12.000, puesto que ambas monedas son 100% equivalentes. Obviamente, no podrás pagar con CLP algo que con un valor en CLPD, así que tendrás que poner esos billetes en el banco.

El pago es un gran tema, pero ya vamos para allá.

Un peso digital vale su peso

El marco legal del peso, aparte de reconocerla legalmente, es lo que va a marcar su adopción.

Si bien el Banco Central podría considerarla una moneda separada, también es posible que en realidad la moneda sea indistinguible, y que se moviese bajo un protocolo diferente una vez se transformara en números, pero sería un caos.

Lo más probable y seguro es que juegue con las mismas reglas, pero en un marco muy restrictivo hasta que se pruebe que actores maliciosos no puedan manipularla a corto plazo, expandiendo las cosas que puedes hacer con el peso digital paulatinamente.

Por ejemplo, la primera etapa permitiría cuentas de banco en CLPD con un máximo muy pequeño y compras pequeñas. La segunda permitiría pequeños préstamos. La tercera será traspasar CLPD a CLP en cajeros sin comisión, y así sucesivamente.

Recordemos que si bien es “estable”, hay muchas leyes dando vuelta que pueden no estar preparadas para recibir una moneda distinta, aún cuando valga lo mismo. Por ejemplo, una empresa podría poseer CLPD$ 1.000.000.000, pero podría declararse en quiebra legalmente al no considerarse la moneda digital como un activo de una empresa. Es un ejemplo burdo, pero es para ejemplificar el descalabro que se generaría si se implementara de un día para otro.

Hay varias cosas que podrían arreglarse para intentar no viciar la moneda digital en el mercado los primeros meses. Por ejemplo, cosas para evitar que un kilo de pan cueste más en pesos digitales para “aprovechar la novedad” y desincentivar artificialmente su uso. Quizás por estas cosas la implementación todavía no sale del papel y sigue en fase de estudio.

De la nada se crea de un peso

En términos computacionales, crear una moneda digital costaría energéticamente nada, mucho menos que la técnica Proof of Stake usada por algunas criptomonedas, porque sólo habría una fuente de la verdad y un emisor: el Banco Central.

El Banco Central tendría una tarea fácil de “firmar y aprobar” transacciones en el mercado. Nadie tendría que “adivinar” y hacer sudar granjas de servidores.

Esto también significa una gran responsabilidad. Asumiendo que el Banco Central no quiere compartir la tarea de computarizar transacciones con otros bancos, una falla menor podría hacer caer todo el sistema financiero. Por ejemplo, el Banco no podría mover dinero a otra cuenta, la Panadería no podría pagar sueldos, y la cajera no podría comprar la mercadería al final del día. Ese es uno de los grandes problemas de poner todos los huevos en una misma cesta, por lo que probablemente el Libro Público de Transacciones (PDLT) sea una solución y compartir la tarea de manejar transacciones con bancos adherentes.

La gran problemática detrás de las billeteras digitales, hashs y ofuscación, es evitar que, si se implementa el modelo de PDLT, cualquier persona pueda cruzar información y usarla a su favor. No se trata de hacer que todo sea visible, sino que todo sea validable y comprobable en cualquier momento por cualquier entidad, o persona, sin necesidad de apuntar con el dedo a alguien.

Las repercusiones de la moneda digital

Existen varias aristas importantes a la hora de discutir si la moneda digital es el futuro. Si bien muchos consideran que “son inevitables”, todavía hay cosas que sortear, y algunas cosas que podrían molestar a más de alguien.

Adiós a la anonimato

Como todas las transacciones contendrán el emisor, el receptor, y el monto, sería muy fácil para el Banco Central trazar dinero. Aún con algo de ofuscación, los Bancos podrían hacer lo mismo con lo que sale y entra a las cuentas de sólo sus clientes, los datos maestros estarían en un lugar.

Esto hace difícil que el dinero “se pierda”, haciendo pericias legales extremadamente eficientes:

  • Si Juan decide un día pagar una escort a espaldas de su esposa, la transacción va a quedar registrada con nombre y apellido, aunque en teoría nunca saldría a la luz.
  • Si Pedro decidió depositar billetes falsos, y luego pasarlos a CLPD, la cadena de transacciones se podría rastrear antes que siguiese haciendo daño.
  • Si Manuel decide comprar armas en CLPD, es fácil identificar quién pagó y para dónde fue a dar. Blanquear dinero sería imposible, o extremadamente difícil.
  • Si Zokimish S.A. decide realizar boletas falsas con grandes sumas de dinero para la campaña de un candidato presidencial, se va a saber tarde o temprano una vez se destape la olla.

Sin internet, sin dinero

El otro gran problema de cualquier moneda digital, independiente de su implementación, es la nula verificación de transacciones sin Internet. Al no existir un tercero que verifique movimiento de dinero entre dos partes, se rompe la cadena de confianza.

Hay algunas implementaciones que dicen ser la solución, pero en realidad son formas para lograr que la falsificación tome más tiempo del razonable. Sin ir mas lejos, las contraseñas “cifradas” que se filtran en la internet se pueden eventualmente descifrar, pero cada una necesitan 20 años y todos los computadores del mundo.

Lo más probable es que las monedas físicas sigan existiendo para estos casos, pero con un límite para personas naturales o microempresas, cuando ya la moneda digital sea prevalente.

Adiós al intermediario

Algo que tomará mucha fuerza será la eliminación del intermediario a la hora de mover dinero, lo que permitiría, en teoría, mayor libertad financiera.

Hoy en día, al comprar pan en una panadería con una tarjeta, hay 4 actores que mueven el dinero, todos sacando su tajada por sobre o debajo del monto de la transacción.

Expropiado del blog de Continuum.

Fuera de las transacciones electrónicas, donde los bancos interactúan directamente y con diferentes cobros fuera de lo que sus clientes perciben, el tema del intermediario “comercial” puede ser muy fácil desplazar de la red, quien es el que “busca” dónde cobrar el dinero y pedir autorización. Puesto de otra forma, esto podría ser el fin de Transbank, Visa y Mastercard, todos juntos, o aminorar su participación.

En términos prácticos, la señora Juanita le vendería pan a don Pedro, que pagaría CLPD$ 1.000 con App BancoEstado. Una vez generada la transacción pendiente desde el Banco de Chile, el destino ya está fijado entre bancos — no hay nada que “buscar” — y es el Banco Central (o el CCA si no se muere antes) quien valida la transacción cuando Don Pedro acepta, ningún otro. Como la panadería no lidia con Transbank (u otra red), esto se transforma básicamente en una transferencia electrónica más barata.

Obviamente esto significa que hay un protocolo en común entre bancos y/o el Banco Central o el CCA, con tal de siempre “cuadrar” la transacción de forma atómica e instantánea.

El dinero que habría ganado Transbank, Visa o Mastercard por la transacción, que se descuenta de lo que recibe el vendedor, deja de existir. Eso va a ser un una problemática que los intermediadores no van a mirar como favorable, considerando que es un mercado lucrativo y de ganancias por volumen.

Todo esto va a depender de quién puede mirar las transacciones para validarlas, y quién se dará el trabajo de buscar que ambos bancos tengan la cuenta y los fondos disponibles, de no ser la red del Banco Central. Quizás a los bancos les de por cobrar por ese mismo trabajo, donde el dinero que se sacaría de Transbank pasaría a manos de ellos. “Si se puede hacer, se puede cobrar” me habría dicho alguien.

Nada falso

Hace mucho tiempo atrás, falsificar transacciones y comprobantes de depósito era fácil. Imprimir billetes, “mojarlos en té”, se hacía de todo para que parecieran idénticos. La moneda digital desecha todo eso por la borda.

Photo by Alicia Razuri on Unsplash

En primer lugar, cada transacción está asegurada por el Banco Central (y otros bancos, si es que deciden sumarse).

No existiría forma para crear números de la nada, o falsificar montos, porque éstos pueden (y deben) dar cuenta a partir de transacciones anteriores — la excepción son los bancos porque ellos son los que crean dinero con los créditos. Esto es algo muy conocido en el mundo del blockchain.

Tampoco existirían los números de serie en cada moneda, porque no existen. Las propias transacciones son los números de serie.

Impuestos en un click

La gran panacea de la moneda digital, y la gran trazabilidad que poseen, es que se pueden usar para rendir impuestos. Si toda transacción tuviese metainformación, no habría nada que “cuadrar”. Si una empresa o persona opera exclusivamente en CLPD, la operación de renta y el descalabro de todos los contadores en marzo sería cosa del mañana.

Esto pasaría porque cada banco e institución financiera podría añadir metadatos a cada transacción. Una transacción de una cuenta bancaria podría ser para liquidar sueldos, otro para recibir ventas, y otro sería para el pago de una factura. Cada período anual de renta tendría todos los montos ya calculados, y eliminaría, al menos en gran parte, equivocaciones o montos fantasma.

Análisis en un dos por tres

Bancos, por otra parte, podrían analizar transacciones de sus clientes y entregar datos de desempeño y expectativas de acuerdo a los ingresos y egresos, en tiempo real.

Por ejemplo, Juan podría recibir un mail de su banco cada mes diciéndole en y dónde gastó más. La Panadería podría proyectar los haberes del próximo mes si el desempeño sigue la tendencia. El Banco sabrá qué movimientos de dinero son los que más tienen sus clientes y crear nuevos productos para competir en el mercado. El Banco Central sabrá cómo está la economía.

Esto es más un tema de metadatos de la transacción, si nos ponemos densos. De cumplirse un estándar (entendible) entre todos, los actores del mercado podrían actuar más rápido ante cambios, en vez de adivinar lo que pasará y peligrar inversiones.

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Italo Baeza Cabrera

Graphic Designer graduate. Full Stack Web Developer. Retired Tech & Gaming Editor. https://italobc.com